martes, 15 de enero de 2013

Obama: Buen mensaje, mala transmisión.


Si por algo se caracterizan los americanos es por mediatizar al máximo cualquier evento relevante para ellos, y si el evento son unas elecciones presidenciales, el asunto alcanza magnitudes bíblicas.

Es por ello que los gabinetes de comunicación estadounidenses saben de la importancia de transmitir el mensaje perfecto en dichas campañas presidenciales, ya que gran parte del éxito o fracaso de un candidato tiene que ver con la imagen que los votantes perciben de él.

De este modo, crear una frase, una idea, unos colores o cualquier elemento significativo con el que pueda ser recordado por el elector adquiere una relevancia superior.

Tomando como ejemplo al Partido Demócrata del actual presidente, Barack Obama, éste alcanzó el éxito en su anterior campaña con el famoso “Yes We Can”. Esta frase se internacionalizó, se consiguió llegar a los públicos, encarnaba lo que el partido quería transmitir, la imagen que pretendía proyectar al exterior. Finalmente Obama consiguió proclamarse vencedor en las elecciones y ser el primer presidente de color de los Estados Unidos de América. Casi Nada

Para su siguiente campaña, la de la consolidación, los demócratas apostaron por el siguiente cartel:



Forward.” o adelante en castellano ,es la idea que se pretendía transmitir, la idea de progreso en un marco económico y social difícil, la idea de dejar atrás la crisis y salir reforzados de ella.
¿Pero refleja este cartel la idea descrita anteriormente? Si nos paramos a analizarlo, ¿están todos los elementos en relación con lo que pretendemos infundir? Claramente NO.

Principalmente por los colores elegidos para la campaña. El negro, qué color tan alegre y optimista, sin duda el más indicado para transmitir confianza. Si el futuro va a ser tan negro como este cartel, los votantes de Obama deberían de sentirse orgullosos.

Evidentemente, este color no conecta para nada con la idea que se pretendía proyectar, y es un claro ejemplo de cómo una empresa puede ser puntera en su actividad, pero que si no se presenta como es debido y si no refleja en su imagen externa lo que en realidad pretende reflejar, el público acaba por no tomarla en serio y no confiar en ella.

Por suerte para ellos, el error se detectó a tiempo, y la campaña de Obama adquirió otros mimbres. Aquí el cartel número 2:



Ahora el cartel empieza a significar lo que el partido deseaba. El negro se sustituye por un azul cielo, que transmite más calma y sin duda se asemeja más a la percepción de un futuro mejor. Además, se encuadra en un marco blanco, símbolo de la pureza y la valentía. Sin embargo, aún encontramos un elemento que sigue chocando, y no es otro que el punto final.

Por un lado tienes “adelante”, pero el adelante es frenado por un punto. ¿Hasta cuando dura ese adelante?, ¿se puede confiar en algo que tiene final?


El mensaje seguía siendo fuerte, pero su transmisión cojeaba. Es por ello que se decidió dar un último impulso al cartel, modificando un pequeño elemento que a su vez lo cambiaba todo:




Ahora si que existía coherencia y conexión entre el mensaje y su estética. El punto da paso a la exclamación. La pausa da paso a la acción. El mensaje ganaba fuerza y garra y de paso también se convierte en un mensaje de ánimo, una manera de decir que hay que estar preparados para lo que llegue y que la pasividad no es una opción.

De este modo, se comprueba cómo la imagen corporativa del partido sufrió modificaciones estéticas que en su conjunto cambiaban el mensaje del mismo. Así, queda comprobado que la percepción engloba más aspectos a tener en cuenta que una simple frase, y que lo que la rodea es tan importante como lo demás.

No se sabe hasta que punto modificó la percepción por parte de los votantes los cambios en el cartel de la campaña, pero si sabemos el final de esta historia:


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